En numerosos cuentos existe la costumbre de asociar a las hadas, ninfas y elfos con las flores. Nos dicen que sirven de cobijo, de vestuario, de alimento y hasta de medicina a todos estos espíritus de la naturaleza. Por ejemplo, las denominadas "doncellas del musgo", habituales en el norte de Europa, aseguran que poseen conocimientos secretos sobre las propiedades curativas de todas y cada una de las plantas de los bosque en los que habitan, enseñando a sus protegidos como deben utilizarse y en que momento. Algún que otro relato afirma que saben donde crece una flor de color azul, analgésica, llamada "no duelas más", de una valiosa utilidad en los partos.
El Español Vicente Beltrán Anglada, autor de varios libros en los que aborda el mundo de los ángeles y las hadas, cree que existe un increíble número de tonos cromáticos respecto a las hadas de las flores, ya que es muy numerosa la lista de especies florales en el reino vegetal. En todos los lugares donde abundan las flores, los árboles frutales y las hierbas aromáticas, hay, según su expresión "hadas pintando las flores".
El papel principal y cósmico de estos seres, sería el de encargarse de desarrollar las formas individuales de las flores y otras especies vegetales, utilizando para ello el modelo proporcionado previamente por "los Devas de la Naturaleza". Algunas leyendas dicen que ciertas flores y plantas están relacionadas con un importante secreto de los seres mitológicos, los cuales no pueden revelarse bajo ningún concepto a los seres humanos.
El papel principal y cósmico de estos seres, sería el de encargarse de desarrollar las formas individuales de las flores y otras especies vegetales, utilizando para ello el modelo proporcionado previamente por "los Devas de la Naturaleza". Algunas leyendas dicen que ciertas flores y plantas están relacionadas con un importante secreto de los seres mitológicos, los cuales no pueden revelarse bajo ningún concepto a los seres humanos.
El teósofo Charles Leadbeater. gran conocedor de este mundo encantado, llegó a afirmar de las hadas que:
"No sólo admiran, con una intensidad que no podemos comprender, la belleza de una flor o de un árbol, la delicadeza de sus colores o la gracia de su forma, sino que experimentan un gran interés y un profundo placer respecto a todos los procesos de la naturaleza: la formación de la savia, la eclosión de los pimpollos, el desarrollo y caída de las hojas. Se preocupan también por la vida de los pájaros y de los insectos, por la formación de los huevos y por el desarrollo de las crisálidas".
Cuando el hombre pueda extraer la pura esencia de las flores habrá encontrado el alimento favorito de los pequeños dioses de la naturaleza: el de las hadas. Esto en parte se ha conseguido con los elixires florales. Para muchos estudiosos del tema, no hay duda de que los espíritus elementales de la naturaleza se alimentan de las excrecencias aúricas de las resinas de los árboles y de sus perfumes, absorbiendo sus emanaciones con deleite, por lo que suelen aceptar gustosos obsequios altamente perfumados.
Pero no solo de esencias vegetales se alimentan las hadas, que alcanzan edades de 600 años o más. También lo hacen de etéreas sustancias que emanan directamente de la carne o sangre de determinados animales. Escribe el Reverendo Kirk de Aberfoyle en "La Comunidad Secreta" (1692), que los habitantes subterráneos (o fairies) traspasan con sus armas a las vacas y a otros animales, y se llevan su sustancia más pura, esto es, sus componentes aéreos y etéreos, para nutrirse de ellos. Y algo similar podría decirse de las plantas. Por lo general, se alimentan de quintaesencias y esencias etéreas porque no comen alimentos sólidos.
Existen aspectos sumamente curiosos que ocurren con algunas flores relacionadas con el mundo faérico, como el hecho de que ingiriendo algunas muy concretas (como las prímulas o el serpol) se tiene la capacidad de "ver" el mundo de las hadas y acceder a sus secretos.
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