En la Biblia está escrito: “Y mandó Jehová Dios al hombre, diciendo: De todo árbol del huerto comerás; Más del árbol de ciencia del bien y del mal no comerás de él, porque el día que de él comieres, morirás(Génesis, Cap. 2, Vs. 16 y 17)” También en ella dice que, después de que Eva y Adán comieran del árbol del conocimiento, Jehová les dijo: “con el sudor de tu frente conseguirás el pan de cada día hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste tomado; pues polvo eres, y al polvo serás tornado(Ibid Cap. 3, Vs. 19)”.
Cuenta la leyenda que, para llevar a cabo el castigo que se les impuso a los humanos por desobedecerle, Dios escogió un ángel menor, el “ángel de la Muerte".
A diferencia de los demás ángeles, que eran bellos y amados por los hombres, el ángel de la muerte sólo inspiraba horror y espanto. Su tarea era muy dura, pues nunca descansaba y tenía que convivir con los vivos en su peor momento. Así su alma se fue amargando, y se fue haciendo cada vez más parecida a la de los vivos que castigaba, y cada vez más lejana de su divino origen. Cuando vio que había dejado de ser ángel, y que era lo más temido por los mortales, decidió coronarse emperador de la tierra, y salió a dar batalla campal para mantener y extender su imperio. Muchos sabios, brujos y emperadores quisieron resistírsele, ganarle su cetro, y huir del filo de su guadaña. Pero ni la magia, ni la sabiduría, ni el ejército más poderoso, pudieron detenerle.
Así pasaron los siglos, hasta que Jehová decidió perdonar al hombre, y mandó para ello a su hijo, Jesús el Cristo, quien con su sacrificio, borró la afrenta del hombre ante su padre, y con su resurrección, fue el primero en vencer al ángel de la muerte. Este, al ver al justo varón vencerle sin armas, sin magia, sin ejércitos, sólo con su divina bondad, recordó el cielo que tuvo que abandonar por su misión en la tierra, se sintió arrepentido de su vanidad, rompió su corona y su cetro, y lloró a los pies mancillados del señor. “Levántate”, le dijo Jesús, “y continúa con la misión que te dio mi padre, pero ya no para castigar al hombre, sino para mantener el equilibrio y la justicia sobre la tierra, hasta que yo regrese y se imponga el nuevo reino y la vida eterna, y entonces podrás descansar de tu pesada carga”.
Desde entonces, la muerte, sin ser ya ni ángel ni rey, lleva a cabo su penosa tarea, esperando el momento del juicio final, en que regrese Jesús a darle su merecido descanso, pues nadie en la tierra trabaja ni es más justo que la Muerte.
San La Muerte es un santo de origen guaraní misterioso y vengativo. Se lo venera principalmente en la Republica Argentina, en las provincias de Corrientes Chaco, Misiones y Formosa.
Se le conoce también como Señor de la Buena Muerte y Señor La Muerte. Se lo representa como un esqueleto de pie, con una guadaña en la mano. Este santo centraliza el poder de todos los muertos. Se lo conmemora el Viernes Santo y el Día de Todos los Muertos. Se le puede pedir lo que sea, pero especialmente escucha los ruegos sobre amores, trabajo, hallar cosas perdidas. También es capaz de destruir al enemigo de quien lo invoca.
Jamás San La Muerte estuvo registrado en el santoral de la iglesia Pero su culto permanece firme en el pueblo y se halla cada vez más extendido. Sus devotos lo jerarquizan como el más poderoso de todo el santoral profano regional argentino. Forma parte del culto popular y supersticioso, en el sentido de supérstite, es decir, lo que sobrevive de un saber perdido, abarcado dentro del grupo de los llamados santos de palo, del santoral profano procedente de la zona del nordeste argentino.
Este culto se habría originado tras la expulsión de los jesuitas de sus misiones con el retorno de los indígenas, sobre todo los de la tribu Guaraní, a su hábitat de la selva, a sus antiguas creencias con el proceso de catequización que quedo incompleto.
Una de las imágenes religiosas que quizá había herido más la imaginación de los nativos, era la de un Cristo sentado o acuclillado en actitud doliente y sosteniendo su cabeza en el puño cerrado, que conocemos como el Cristo de la Humildad y la Paciencia. A esta imagen, vinculada con la serena muerte que esperaba a los creyentes- y frente a la que este Cristo también protegía con el nombre de Señor de la Buena Muerte-, se unió la figura esquelética del payé o médico brujo, curador de la tribu, que solía ayunar y usar hierbas estupefacientes para lograr sus efectos mágicos.
También influyo la imagen de la Parca grecorromana portando una guadaña, y trasmitida a las creencias cristianas a través de las famosas danzas de la muerte medievales.
De allí los distintos tipos de imágenes de San La Muerte, que es hoy el culto mas popular de nuestra zona de substrato guaraní: la del santo esquelético, sentado o en posición fetal y la del esqueleto portador de una guadaña, sin vestiduras o con un habito talar y clerical negro.
En los últimos tiempos, y en las procesiones que se organizan para honrar a San La Muerte, se lo suele coronar y revestir con un manto rojo brillante, color que parece ir suplantando al negro y blanco tradicionales.
Se conmemora a San La Muerte el Viernes Santo y el Día de Todos Los Muertos ya que, según se cree, centraliza en si el poder de estos últimos. También se le dedica como día especial el 15 de agosto en algunas regiones y el 20 en otras.
Los pedidos para bien se hacen a la caída del sol y hasta la medianoche, después de las 12 de la noche solo se hacen los pedidos de mal.
En los buenos pedidos la imagen suele estar acompañada de la imagen de Santa Catalina y un crucifijo.
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