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¿QUE ES LA RADIESTESIA?


Uno de mis tíos era campesino, y su casa estaba abierta a todo el mundo. Amigos, conocidos, y gente que venía de todas partes, le pedían consejo. Era completamente natural que recomendase las virtudes de tal planta a alguien que se quejaba de algo o que hiciera pases magnéticos sobre otro que sufría de esto o de aquello. En esta tarea, mi tío utilizaba sobre todo el péndulo. Yo me sentía confundido por el hecho de que, con toda su buena fe, aquel hombre reconociera un poder de revelación casi infalible en una pequeña bola metálica que colgaba de un hilo de cáñamo entre sus dedos. Cuando se le pedía que explicara su don, el respondía simplemente que bastaba con creer en ello.
 
Las causas de investigación eran numerosas: objetos perdidos o robados, per­sonas desaparecidas, problemas personales, tratamiento del suelo y de los anima­les. Incluso las autoridades policiales le consultaban. No queriendo admitir nada que no estuviese avalado por un fundamento racional, pero sintiéndome confuso ante tanta confianza, quise forjarme una opinión lógica antes de intentar utilizar el péndulo. En una época en la que los ultrasonidos y la ecografía todavía no determinaban el sexo de los fetos, mi abuelo aseguró de inmediato que mi mujer y yo tendríamos gemelos. Y así fue. El especialista en obstetricia atribuyó a la proximidad de los bebés el hecho de que los latidos del corazón de uno de ellos hubiesen ocultado totalmente los del otro.
 
Los diccionarios y las enciclopedias no se extienden demasiado. El término moderno radiestesia (del latín «radius», rayo, y del griego «aisthesis», sensibilidad) abarca los procedimientos adivinatorios que consisten en buscar cuerpos ocultos, objetos inanimados y seres vivos por medio del péndulo o de la varilla. La necesidad vital y ancestral de descubrir fuentes de agua bajo tierra (rabdomanncia, hidroscopia) llevó al uso de un instrumento tan rudimentario como natural. la varilla de madera flexible, generalmente de avellano o de sauce, con forma de horquilla, que se cogía por los dos extremos. Es por eso que este arte se conoce con el nombre de rabdomancia (técnica adivinatoria por medio de una varilla), empleado igualmente en el descubrimiento de yacimientos metalíferos. De uso más reciente y más adecuado cuando no hay necesidad de largos desplazamientos, el péndulo se balancea sobre el objeto o testigo de la persona desapa­recida (prenda de vestir, mechón de cabello, etc.).
 
La radiestesia presenta también una teoría explicativa de los hechos de adivi­nación, que se basa en «la radiación general del universo» y según la cual todo cuerpo vegetal, mineral o animal emitiría ondas en razón de la energía vibratoria específica de los átomos que lo constituyen. Destaco de paso el uso incorrecto del término «radiaciones» aplicado exclusivamente a la radiactividad de ciertos cuerpos naturales. La energía vibratoria emanada de las formas, de la que se ocupa más específicamente la radiónica, permitiría, al igual que la materia, la diferenciación de los objetos. En cuanto a nuestras células, en particular las del cerebro, además de emitir, recibirían frecuencias determinadas. Es lo que se llama resonancia o sintonía, que explicaría, por otra parte, los fenómenos de tele­patía. He aquí la hipótesis fundamental, casi metafísica, cuya comprensión y cuyo dominio total nos abrirían definitivamente las puertas de ese mundo desco­nocido.
 
Carente de medios, la ciencia, en un estado permanente de limitación, no ha podido verificar gran cosa, a pesar del interés que Newton, Edison y Einstein demostraron por los éxitos comprobados de la radiestesia. Paralelamente a los soviéticos y los biofísicos americanos, el profesor Rocard ha estudiado la transmi­sión de mensajes cuya potencia engendra, incluso en un avión, reflejos inmediata­mente conscientes. El poder de esos mensajes proviene de campos de variación magnética terrestre, que provocan corrientes de electrofiltración del agua, masas metálicas en movimiento y variaciones de las corrientes eléctricas.

La incomprensión ha surgido debido a la insistencia de ciertos radiestesistas en enfocar su disciplina según unos métodos y un vocabulario extraídos de la física electromagnética. Todos ellos han establecido o adaptado pretendidas con­diciones de obtención de informaciones y mensajes, dando lugar a sistemas absolutamente empíricos, cuya extravagancia confirma la extremada desconfian­za de la comunidad científica. Si, por ejemplo, aquellos que están obsesionados por la neutralidad llevaran la lógica hasta sus últimas consecuencias, trabajarían totalmente desnudos. ¿Y con qué instrumento, ya que ningún material y ninguna aleación son jamás completamente neutros?
 
Dado que el acto radiestésico propiamente dicho, que traduce una ligera modificación fisiológica y una reacción instrumental, tiene su centro en la activi­dad cerebral, trataré esta técnica sólo bajo el ángulo psicológico. Pues si bien en la realización de las operaciones se puede prescindir de consideraciones sobre la radiestesia física, no es posible ignorar la formación mental, a la que me referiré más adelante.

Quizá tu estás, sin saberlo, entre aquellos cuyo «sexto sentido» no ha sido atrofiado por la civilización. Me refiero a la intuición espontánea que fue primitivamente para el hombre lo que el instinto es aún para el animal. La intuición se distingue del pensamiento racional y de la imaginación, soñadora o creativa, en que la percepción de los mensajes extrasensoriales favorece inmediatamente la percepción de la verdad. La aparición de esa «consciencia orgánica cuyo rasgo característico es el automatismo» le colocará en la categoría de los «sensitivos», que aprenden particularmente rápido.
 
Aquí vas a encontrar toda la información necesaria para aprender a poner en marcha esta técnica que tan útil te será.

 
 

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