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EL ORIGEN DE LOS MINERALES Y CRISTALES

 
En Geología, los cristales, al igual que las piedras, están catalogados como minerales, aunque no todos los minerales son piedras o cristales; son todos aquellos que tienen una estructura atómica específica, y que forman un patrón cristalino.
 
Los cristales y las piedras, como todo lo que existe, están formados por partículas minúsculas llamadas átomos, que son los bloques invisibles que componen la materia y a la vez están formados de otras partículas aún más pequeñas llamadas protones, electrones y neutrones.
 
Si observamos estas partículas minuciosamente, descubrimos que más que materia son vibraciones infinitamente sutiles las cuales están en una armonía perfecta con la fuerza cósmica que rige el universo. El mundo material que nos rodea está formado de diferentes variaciones y combinaciones de estas partículas. La forma en que los átomos se unen unos con otros determina la formación de las moléculas que componen los diferentes aspectos de la materia.
 
Además de la composición interna, debemos tener en cuenta la influencia de un agente externo, la erosión, en la formación de los cristales. El agua, el viento y el hielo son los factores de erosión más importantes en la disolución de ciertas sustancias que existen en el terreno y las cuales eventualmente se cristalizan formando otro tipo de piedra o cristal.
 
También se forman nuevos materiales por la cristalización de minerales viejos, bajo la tremenda presión y elevadas temperaturas que existen en las zonas internas de la tierra; minerales estos, que se conocen como metamórficos, al ser creados a través de un cambio estructural y químico. Un ejemplo de un mineral o cristal metamórfico se encuentra en el granate.
 
Aún hoy en día nadie sabe con certeza el tiempo que tarda en formarse un cristal o piedra; ya que mientras algunos geólogos opinan que el proceso de formación dura miles de años, otros opinan que cuando todos los elementos están listos el proceso de formación se produce al instante.
 
Principalmente, hay dos tipos de depósitos minerales en los cuales las piedras y cristales se encuentran y se minan. El primero de ellos es el que se encuentra en ricas venas en la tierra, que son como especie de canales o espacios entre las rocas a través de los cuales se depositan soluciones minerales y se cristalizan. Estos cristales que se desarrollan en estas venas son de fácil minación igual que de extracción, ya que cualquier persona puede sacarlo con el uso de instrumentos tan simples como un cincel y un martillo.
 
En Arkansa y Arizona EE.UU, se encuentran minas de cuarzo donde cualquier persona puede entrar y sacar todos lo que quiera y encuentre. Cuando la extracción es a nivel industrial, es una explotación minera más grande que hace imprescindible la utilización de equipos más extensos acompañados de poderosos explosivos; las mayores cantidades de cristales se encuentran en los sitios huecos dentro de la tierra donde ellos encuentran espacio suficiente para su desarrollo mineral. Es necesario, en ocasiones, seguir el curso de una vena hacia profundidades insospechadas dentro de la tierra, para lo que se necesita el uso de talados especiales.
 
El otro segundo tipo está concentrado en las cuencas de los ríos; para sacar los cristales es otro método de minería el que se usa, ya que estos depósitos se componen de fragmentos de venas descompuestas las cuales pueden llegar a contener maravillas cristalinas, tales como el diamante o el topacio. Comúnmente para extraer estos cristales se hace sacudiendo grandes cedazos llenos de guijarros del río entre los que se encuentran cantidades de diversos de ellos. Este proceso se lleva a cabo manteniendo el cedazo bajo el agua hasta separar los guijarros de los cristales. Una vez que se han separado es fácil ver los cristales, los cuales se sacan entonces del cedazo. Este tipo de minería se hace generalmente en pequeña escala, aunque un proceso se puede duplicar para ser utilizado en operaciones mineras más grandes.

Diversos de estos cristales son cortados, formados y pulidos por artistas lapidarios, los cuales se especializan en realzar la calidad, el lustre y el color de un piedra o cristal.
 
La mayor parte de las piedras transparentes como los diamantes, rubíes, esmeraldas y aguamarinas son cortadas en facetas, es decir, en diferentes ángulos para realzar las propiedades físicas y ópticas de la piedra. Cada faceta le permite a la piedra capturar más luz, la cual es reflejada interiormente, destacando de esta manera su profundidad y color. Otras piedras son cortadas en forma aglobada con una base plana. Esta forma se conoce como cabujón y permite a muchas piedras semipreciosas o imperfectas, como el granate, aclarar su color y aumentar de este modo su valor.
 
Todas las piedras son pulidas hasta la más pequeña y más cruda, cada una tiene su proceso para ser pulida; las pequeñas se hacen revolviéndolas con arena en una máquina especial que gira alrededor de cuarenta revoluciones por minuto, y su proceso de pulido puede ser más o menos duradero, dependiendo siempre de la dureza de la piedra o cristal.
 
Todo mineral pulido aumenta en belleza y radiación lo que la hace más codiciada, pero sin el proceso de pulido serían ignoradas o poco apreciadas. Entre las piedras pulidas con este método se encuentra el cuarzo rosa, suficientemente pequeña y hermosa como joya, estando al alcance de todo bolsillo.


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