Momificar un trozo de carne cruda es el experimento más fácil y clásico llevado a cabo por todo el mundo que empieza, que siente curiosidad por el poder de las Pirámides.
Para ello principalmente uno tiene que disponer de su Pirámide, experimental, que bien puede optar por comprarla en comercios especializados, o fabricarlo uno mismo, con el material que desee como: mármol, vidrio, cobre, aluminio, cartón, madera etc., y a la medida que le venga en ganas, siempre y cuando sea a escala de la de Keops.
Dentro de la tabla de cálculo que arriba te adjuntamos, tienes proporciones con una réplica de la gran Pirámide de Keops. Una vez estudiada la tabla y elegida la medida, como te hemos dicho puedes usar cualquier material, pero siempre es aconsejable que uses preferentemente materiales que no sean conductores como la madera, el cartón o el plástico para los principiantes.
Ya puesto en funcionamiento puedes empezar por situar sobre la mesa una plancha de cartón y trazar las medidas de base y arista, y le haces la pestaña que te servirá para unir los lados que, como sabes son cuatro los lados de una Pirámide.
Otro método de Pirámide para llevar a cabo, es el de construir Pirámides de triángulos equiláteros, cortando los cuatro triángulos con los tres lados iguales. Si quieres lo puedes hacer con pestañas para pegar, o pegarla con celo, aunque esta construcción es bastante más sencilla, es mucho menos estática, y no se acerca a la estructura de Keops.
Conviene además de que dispongas de un cuaderno de notas donde anotes cada día la evolución de tus experimentos, anotando en él todo cuanto tenga que ver con la experiencia que se está realizando: el día, la hora, la temperatura, en caso de tratarse de líquido.
Dentro de la Pirámide tienes que situar un taco de madera, sobre el que depositarás los objetos con los que harás pruebas. Este taco tiene que tener una altura aproximada de unos 30° del total de altura de tu Pirámide.
Tu Pirámide ya construida debe ser situada sobre otra lámina, también de cartón, señalando en su centro los cuatro puntos cardinales.
Bien situada la base de la Pirámide sobre la lámina de cartón y con la ayuda de una brújula, orienta la cara norte hacia ese mismo punto de norte magnético indicado por la extremidad de la aguja de la brújula. No confundir nunca el norte magnético con el norte geográfico que, en ocasiones, se toma como punto de referencia. La confusión sin duda se debe al hecho de que el polo magnético y el polo geográfico casi se confunden en la meseta de Gizeh.
Conviene además de que dispongas de un cuaderno de notas donde anotes cada día la evolución de tus experimentos, anotando en él todo cuanto tenga que ver con la experiencia que se está realizando: el día, la hora, la temperatura, en caso de tratarse de líquido.
Cada día que levantes la Pirámide para hacer balance, tienes que comprobar todos estos parámetros anotando cualquier modificación por pequeña que sea. Y si se te presenta el caso de experimentar con más de una Pirámide, es aconsejable que disponga de un cuaderno para cada una de ellas.
Si te dispones a llevar a cabo algún experimento en la cocina de tu casa, tienes que tener un mayor esmero y cuidado, pues la cocción de los alimentos y los olores influyen más que en los demás lugares sobre la atmósfera. Presta también atención a ti mismo antes de iniciar algún experimento, y cuando sigas su evolución anota en qué estado anímico te encuentras, si estás cansado, alterado o te encuentras en perfecta calma.
Como punto final, conviene, para saber interpretar correctamente los resultados de tus experimentos y no caer en falsas interpretaciones o conclusiones rápidas que te hagan cometer error, que te rodees de testigos. Quiere ello decir que si te decides a momificar un trozo de carne, que dispongas de dos trozos del mismo peso y género. Uno lo introducirás en la Pirámide y el otro te servirá de referencia.
Lo mismo que anotas escrupulosamente todo el desarrollo que va tomando el trozo que está dentro de la Pirámide, tienes que hacer con el testigo antes, durante y al final de la experiencia.
Otro testigo en el transcurso de tu experiencia, puede ser también la opinión de alguien que no esté implicado, pero que te acompañe durante la prueba. Comprobarás con ello la importancia que puede tener su opinión a lo largo de la experiencia. No tiene por qué tratarse de alguien experto, no alguien de la calle sino algún allegado, que te acompañe y pueda darte su opinión: primero, porque dos opiniones valen más que una, y segundo porque él puede ser el soporte de la subjetividad de cada uno.
Tú con toda tu buena fe, tal vez no percibas ninguna modificación o peor aún, ampliar los efectos resultantes de la experiencia en tu cuaderno; efectos que puede que no sean tan evidentes como te los imaginas. Ten claro que este testigo no es imprescindible, sólo es aconsejable, aunque en ciertas experiencias que te dispongas a llevar a cabo el efecto puede ser tan inmediato, que casi no te dará tiempo de anotarlo todo.
Te conviene entonces repetir más de una vez la experiencia para disponer de más apuntes en tu cuaderno de notas.
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