No existe nada secreto ni disimulado en la brujería contemporánea de Italia. Como es de esperar, se encuentran muchos rastros de este poder y de sus practicantes en las regiones sudeñas del país, desde la "punta de la bota" (Calabria), hasta Sicilia. No obstante, esto no significa que el resto de Italia se halle libre de la hechicería.
La tradición, que es uno de los factores más predominantes en la vida familiar del italiano sureño, también participa de la brujería. No existen teorías contrarias respecto a si una bruja nace o se hace. Las leyes de la tradición dejaron bien sentado desde hace generaciones que no hay que discutir las reglas. Se nace brujo o bruja, esto es incuestionable.
Algunas marcas o signos del nacimiento se considera que señalan a un recién nacido como brujo, si bien los signos se van descubriendo con el paso del tiempo. Se cree que unos signos son más significativos que otros. Una combinación de ellos concede grandes poderes mágicos. Un niño sietemesino, por ejemplo, posee poderes menores; ahora bien, si este niño nace al séptimo día del séptimo mes del embarazo materno, sus poderes aumentarán grandemente. Mucho mayor es el poder de una niña que sea la séptima de una familia de seis hermanos más.
Como en otras partes del mundo, el niño con más poderes mágicos es el que nace en Nochebuena. Cualquier hora entre la puesta del Sol del 25 de diciembre y el alba del 25 es un feliz augurio, aunque la medianoche goza de preferencia sobre las demás horas.
Como en otras partes del mundo, el niño con más poderes mágicos es el que nace en Nochebuena. Cualquier hora entre la puesta del Sol del 25 de diciembre y el alba del 25 es un feliz augurio, aunque la medianoche goza de preferencia sobre las demás horas.
Debido a la tradición, las brujas se hallan en mayor cantidad que los brujos en Italia. En la actualidad, la tradición se halla disminuida por los enormes condicionantes de la economía, puesto que muchos jóvenes abandonan el sur de Italia (más pobre y poco industrializado) en aras de mejores perspectivas económicas. Algunos se trasladan incluso a otros países europeos, regresando al hogar familiar únicamente por las vacaciones.
Los aspectos matriarcales de la familia italiana explican asimismo la preponderancia de las brujas. Pese a todo, el recién nacido brujo, según creencia popular, independientemente de que sea hombre o mujer, no desarrollará plenamente sus poderes hasta haber cumplido veinte años. En esta época, puede ser aprendiz de un brujo o una bruja, los cuales le iniciarán en las prácticas y tradiciones rituales en la brujería. El novicio puede negarse a recibir la llamada de la fe, si así lo desea, si bien el brujo instructor se verá obligado a inculcarle con verdadero afán la creencia en la hechicería.
Usualmente, son las más ancianas las que están completamente convencidas del culto. Entre los hechiceros de fama está "II Mago di Napoli" (El Mago de Nápoles). Diplomático profesional y hombre de título, el Mago goza de grandes dotes para la oratoria y sus curas son altamente estimadas por la sociedad napolitana. Los estudiantes de la Universidad de Nápoles también acuden a consultarle regularmente en busca de predicciones para sus exámenes. El éxito del Mago de Nápoles indica que la brujería florece y se practica a todos los niveles de la sociedad italiana, no estando restringida únicamente a los campesinos analfabetos. El sur de Italia es básicamente pobre y subdesarrollado; la vida en aquella región gira en torno a la granja y la aldea.
En realidad, casi cada aldea posee su strega o bruja, si bien inguna de ellas está especializada en la magia blanca o negra. La magia es la magia, afirman las brujas italianas, la diferencia entre las dos clases estriba en su aplicación. Esto oncuerda con el viejo adagio de que el alimento de un hombre es el veneno de otro, o sea que el hechizo de la buena suerte para uno puede significar un desastre para otro.
En realidad, casi cada aldea posee su strega o bruja, si bien inguna de ellas está especializada en la magia blanca o negra. La magia es la magia, afirman las brujas italianas, la diferencia entre las dos clases estriba en su aplicación. Esto oncuerda con el viejo adagio de que el alimento de un hombre es el veneno de otro, o sea que el hechizo de la buena suerte para uno puede significar un desastre para otro.
Los precios varían ostensiblemente de una bruja a otra y de una comarca a otra. El dinero, especialmente en los distritos más pobres, no es necesariamente el medio de pago. Una docena de huevos puede cambiarse por un filtro de amor en muchos sitios. Para hechizos más complicados, el precio puede ser incluso una vaca. A veces, se fija un precio doble; por ejemplo, seis huevos en la petición, y otros seis cuando el hechizo actúe favorablemente. Al menos, este doble pago demuestra la buena fe de la bruja y una gran confianza en todos sus conocimientos y en sus propios poderes.
El autor italiano Carlo Levi, describe en su obra Cristo pasó por Eboli, su exilio impuesto por el fascismo en el sur e Italia, y el pueblo extremadamente pobre y alegremente oteado donde le tocó vivir.
A su llegada a la aldea, el doctor Levi tuvo que buscar él mismo un ama de casa, ya que las costumbres locales sólo permitían que una bruja sirviese como tal en casa de un soltero. De esta manera, el doctor trabó conocimiento con Giulia, que a la sazón contaba cuarenta y un años, aunque aparentaba algunos más. Giulia era amante del arte de componer filtros, y las jóvenes acudían a ella en demanda de consejo sobre la forma de preparar sus pociones; podía curar enfermedades con la repetición de encantos y hasta podía provocar la muerte de quien quería mediante maldiciones.
Giulia no era la única bruja de aquella comarca, pues se suponía que entre todas pasaban de veinte. Todas eran mujeres. El doctor Levi aprendió de estas brujas muchos hechizos y encantamientos que registró en su obra. Se afirma que muchos de tales encantos curan enfermedades, si bien no de una forma concreta. Carlo Levi anotó su existencia y ejemplo con el interés que cabe esperar de un médico.
A su llegada a la aldea, el doctor Levi tuvo que buscar él mismo un ama de casa, ya que las costumbres locales sólo permitían que una bruja sirviese como tal en casa de un soltero. De esta manera, el doctor trabó conocimiento con Giulia, que a la sazón contaba cuarenta y un años, aunque aparentaba algunos más. Giulia era amante del arte de componer filtros, y las jóvenes acudían a ella en demanda de consejo sobre la forma de preparar sus pociones; podía curar enfermedades con la repetición de encantos y hasta podía provocar la muerte de quien quería mediante maldiciones.
Giulia no era la única bruja de aquella comarca, pues se suponía que entre todas pasaban de veinte. Todas eran mujeres. El doctor Levi aprendió de estas brujas muchos hechizos y encantamientos que registró en su obra. Se afirma que muchos de tales encantos curan enfermedades, si bien no de una forma concreta. Carlo Levi anotó su existencia y ejemplo con el interés que cabe esperar de un médico.
Entre los objetos considerados poseedores de propiedades curativas se encuentran los huesos de sapo, las monedas antiguas y los colmillos de lobo. El doctor dice: Había hechizos para curar los huesos rotos, para la jaqueca, el dolor de estómago y de muelas; para transferir la enfermedad de una persona a otra, o bien a un animal, una planta o un objeto, así como para ahuyentar el mal de ojo o un sortilegio perjudicial.
El significado de la Navidad en los ritos de la brujería queda subrayado por el hecho de que la bruja Giulia se negó a hablarle a Carlo Levi de la "magia de la muerte", salvo el día de Navidad. "Estas cosas sólo pueden contarse en esta fecha —declaró—, ya que en cualquier otro día del año es pecado mortal."
Aunque Giulia se hallaba convencida de haber transmitido los detalles de la muerte mágica el 25 de diciembre de 1935, el doctor Levi dice que en aquel tiempo estaba ligado por un juramento de silencio, por lo que debía silenciar lo aprendido. Si el silencio del doctor se derivaba de su discreción o de su escepticismo, es algo que queda en el misterio. Pero es un hecho incontrovertible que en cada pueblo y aldea del sur de Italia, las stregue no sólo existen sino que desempeñan un papel importante en la existencia pueblerina. Y a medida que las brujas envejecen y quedan mejor establecidas, tienden a adquirir títulos que las identifican. La mencionada Giulia era conocida como "Giulia di Sant Arcangelo", por haber nacido en esta población, aunque practicase su brujería en el pueblo de Gagliano.
De modo más típico, los títulos adquiridos por las brujas las identifican con una característica física o mental. Así, se oye hablar de "Carminella la Lupa" (Carmencita la Loba), "Sabella la Ricciota" (Isabel la Rizada), "Zelinda la Buona" (Zelinda la Buena), "Concetta la Praticona" (Conchita la Experimentada) y —ominosamente—, "Zaira la Boia" (Zaira la Verduga). Aunque no se especialicen en magia blanca o negra, algunas brujas italianas son conocidas por aspectos especiales de la brujería. Es posible ser famosa por los filtros de amor, o por la curación de granos purulentos. Lamentablemente, también existen algunas cuya fama se apoya en la eliminación de enemigos, con hongos venenosos más que con encantamientos.
En los últimos años, un periodista italiano que estuvo en los Abruzzos consiguió un filtro mágico confeccionado por una bruja llamada Melinda. Su nombre es ya suficiente para hacerla responsable y temida entre la gente local. Al periodista le advirtieron que la redoma contenía un filtro maléfico. Melinda había proferido un fuerte hechizo sobre el mismo, ya que originalmente había sido preparado para una persona que deseaba eliminar a un enemigo. Interesado en obtener toda la historia, el periodista aceptó la redoma y la entregó a un laboratorio para un análisis químico. Dos componentes eran muy interesantes y fatales de haberse ingerido. Un químico citó la lista de ingredientes como un catálogo de hongos venenosos. No se llevó a cabo ninguna acción legal contra Melinda, ya que no había cometido crimen alguno. No había asesinado a nadie... porque nadie se bebió el brebaje.
En los últimos años, un periodista italiano que estuvo en los Abruzzos consiguió un filtro mágico confeccionado por una bruja llamada Melinda. Su nombre es ya suficiente para hacerla responsable y temida entre la gente local. Al periodista le advirtieron que la redoma contenía un filtro maléfico. Melinda había proferido un fuerte hechizo sobre el mismo, ya que originalmente había sido preparado para una persona que deseaba eliminar a un enemigo. Interesado en obtener toda la historia, el periodista aceptó la redoma y la entregó a un laboratorio para un análisis químico. Dos componentes eran muy interesantes y fatales de haberse ingerido. Un químico citó la lista de ingredientes como un catálogo de hongos venenosos. No se llevó a cabo ninguna acción legal contra Melinda, ya que no había cometido crimen alguno. No había asesinado a nadie... porque nadie se bebió el brebaje.
La poción no había sido preparada especialmente contra el periodista, y las autoridades locales se negaron rotundamente a acusar a Melinda sobre la base de "intento de asesinato". Por experiencias pasadas, las autoridades conocían las dificultades con que tropezarían y la imposibilidad de descubrir quién había solicitado el hechizo y la poción, y quién era la presunta víctima y causa de la enemistad.
La población local sabe una cosa: las autoridades vienen y van, pero las brujas y sus poderes son permanentes. Dar el "soplo" sobre alguien que ha visitado a una bruja o que ha pedido un hechizo no es bueno para la salud... Nadie desea atraerse la venganza de una bruja, porque esto acarrearía sin duda el mal de ojo. Incluso aquellos que se burlan de la brujería, que en su vida han acudido o conocido a un brujo o una bruja, aquellos que habitan en las grandes urbes... Todos meditan y consideran atentamente el asunto del mal de ojo.
La población local sabe una cosa: las autoridades vienen y van, pero las brujas y sus poderes son permanentes. Dar el "soplo" sobre alguien que ha visitado a una bruja o que ha pedido un hechizo no es bueno para la salud... Nadie desea atraerse la venganza de una bruja, porque esto acarrearía sin duda el mal de ojo. Incluso aquellos que se burlan de la brujería, que en su vida han acudido o conocido a un brujo o una bruja, aquellos que habitan en las grandes urbes... Todos meditan y consideran atentamente el asunto del mal de ojo.
Hay encantos que provienen del mal de ojo. En algunas zonas rurales se colocan espantapájaros fuera de las casas para protegerlas contra una maldición de mal de ojo contra sus habitantes. O contra la misma casa, ya que el mal de ojo puede hacer que haya goteras en el techo, que un muro se derrumbe o que falle otra estructura. Debido a esto, las autoridades casi nunca intervienen en casos de brujería. Y el culto sigue floreciente. Hay una receta curiosa e interesante, debida a "Sabella la Ricciota".
Es una cura para el constipado y entraña el corte de dientes de ajo, que se envuelven en un pequeño paquete. El paciente debe acostarse bajo mantas calientes con el paquetito lo más cerca posible de la nariz, inhalando constantemente su vapor. Esto, aunque parece ridículo, es en verdad una cura muy positiva. Por muy mal olor que despidan los dientes de ajo, también se emplean en una mezcla de ajos cortados y cebolla en pedazos.
Es una cura para el constipado y entraña el corte de dientes de ajo, que se envuelven en un pequeño paquete. El paciente debe acostarse bajo mantas calientes con el paquetito lo más cerca posible de la nariz, inhalando constantemente su vapor. Esto, aunque parece ridículo, es en verdad una cura muy positiva. Por muy mal olor que despidan los dientes de ajo, también se emplean en una mezcla de ajos cortados y cebolla en pedazos.
Es interesante observar a este respecto que la cebolla común es probablemente el remedio más antiguo de Europa para curar el constipado. Se prepara un jarabe de cebolla y azúcar, hervido todo junto, que muchas generaciones han usado como remedio contra el resfriado. En los libros caseros de fin de siglo se encuentran diversas recetas con estos ingredientes, con la anotación de haber sido extraídos de publicaciones anteriores. Asimismo, en la homeopatía, que se acepta como ciencia en muchas naciones, existe una sustancia llamada Allium cepa la cual se usa para curar los constipados. Y el Allium cepa deriva de las cebollas.
La brujería es la encrucijada donde se encuentran la ciencia médica, la psicología y la religión, afirma una definición popular del culto. No hay duda de que este aspecto mental se aplica de una forma u otra a las tácticas empleadas por las brujas conocidas por sus éxitos en la cura de enfermedades. Filomena la Capara se halla en este grupo; otra de ellas es la mencionada Concetta la Praticona. Concetta ha hecho lo que podríamos denominar como "ciertas investigaciones médicas". En los últimos años, ha modernizado sus curas de los granos purulentos.
La espesa pasta que utilizaba para los mismos contenía cierta cantidad de sosa cáustica. Hoy día, sus curas de granos siguen siendo eficaces, aunque menos nocivas en sus efectos secundarios. Se rumorea que Concetta efectuó un viaje a una ciudad cercana y pasó largas horas en consulta con un farmacéutico. Aunque Concetta, fiel a las normas de la brujería, no pregona sus secretos.
La brujería es la encrucijada donde se encuentran la ciencia médica, la psicología y la religión, afirma una definición popular del culto. No hay duda de que este aspecto mental se aplica de una forma u otra a las tácticas empleadas por las brujas conocidas por sus éxitos en la cura de enfermedades. Filomena la Capara se halla en este grupo; otra de ellas es la mencionada Concetta la Praticona. Concetta ha hecho lo que podríamos denominar como "ciertas investigaciones médicas". En los últimos años, ha modernizado sus curas de los granos purulentos.
La espesa pasta que utilizaba para los mismos contenía cierta cantidad de sosa cáustica. Hoy día, sus curas de granos siguen siendo eficaces, aunque menos nocivas en sus efectos secundarios. Se rumorea que Concetta efectuó un viaje a una ciudad cercana y pasó largas horas en consulta con un farmacéutico. Aunque Concetta, fiel a las normas de la brujería, no pregona sus secretos.
Carminella la Lucca, conocida también como la "Maga d'Amore", fue otra bruja ansiosa de mantener sus recetas en secreto. Especialista en filtros amorosos, los había confeccionado de muchas clases, de acuerdo con sus fórmulas, a fin de darlos en todas las circunstancias posibles. Ciertamente, su título como Maga de Amor pregona su éxito y su fama entre los enamorados, cuyos problemas había solucionado con gran habilidad Carminella innumerables veces.
Una vez más, un periodista curioso ayudó a explicar parte de este éxito. Un potente filtro contenido en una redoma de la Lucca, usado sólo en casos excepcionalmente difíciles, fue llevado a un laboratorio para su análisis. Entonces se descubrió que estaba compuesto con el extracto de una planta venenosa, cuya ponzoña ataca al sistema nervioso humano. Según la dosis, los efectos de la droga podían ser de corta duración. Pero en Italia, donde las pasiones se despiertan pronto y donde el honor ha de estar celosamente guardado, incluso un breve período de exaltación puede inducir al deseo de vengar el honor familiar, malogrando de este modo a la víctima del amor, seguramente con gran satisfacción del comprador del filtro.
También es éste un caso de circunstancias previsibles que convergen para enaltecer la fama de la bruja, una serie de factores que sólo la práctica y el tiempo le enseñan a emplearlos de la forma más conveniente. Como en otras partes del mundo, las brujas italianas son buenas adivinadoras. Las predicciones siempre han gozado de gran popularidad. El Almanaque de Barbanegra, probablemente el almanaque profético de más celebridad de Italia, sigue vigente hoy y se estudia en secreto. De las brujas que se niegan a elaborar filtros y sólo se dedican a la profecía, las del sur se llaman saggias (sabias). Parte de su sabiduría es simple intuición psicológica, lo mismo que ocurre con el adivinador de la bola de cristal del Oeste Medio americano. Sus lecturas, sus visiones, pueden realizarse de modos muy distintos.
Un método local favorito es hacerlo antes de la siega. Se mezclan claras de huevo (sin batir) con agua. La mezcla se vierte en un jarro de cristal blanco. A continuación se mete un tenedor en el líquido, revolviéndolo. Sus movimientos y la colocación eventual son leídos por la saggia, que los interpreta como consejos respecto a la siega y a la época de la siembra. Por poco realista que esto parezca, tiene cierta base científica. Las saggias son las que siempre suelen aconsejar a los agricultores que planten las semillas en Luna creciente. La magia de la Luna, según ellas, ayuda al rápido crecimiento de las semillas, de forma más rápida que las plantadas estando la Luna en cuarto menguante.
En los últimos años, se ha establecido la magia como un hecho trascendente. La influencia de la Luna en el agua de la Tierra es un hecho conocido de siempre, y lo mismo cabe decir de sus efectos sobre la siembra. Así, si la clara de huevo y el agua pueden verse afectadas por la presión barométrica, resulta que existe una base científica en las predicciones de la saggia.
Una vez más, un periodista curioso ayudó a explicar parte de este éxito. Un potente filtro contenido en una redoma de la Lucca, usado sólo en casos excepcionalmente difíciles, fue llevado a un laboratorio para su análisis. Entonces se descubrió que estaba compuesto con el extracto de una planta venenosa, cuya ponzoña ataca al sistema nervioso humano. Según la dosis, los efectos de la droga podían ser de corta duración. Pero en Italia, donde las pasiones se despiertan pronto y donde el honor ha de estar celosamente guardado, incluso un breve período de exaltación puede inducir al deseo de vengar el honor familiar, malogrando de este modo a la víctima del amor, seguramente con gran satisfacción del comprador del filtro.
También es éste un caso de circunstancias previsibles que convergen para enaltecer la fama de la bruja, una serie de factores que sólo la práctica y el tiempo le enseñan a emplearlos de la forma más conveniente. Como en otras partes del mundo, las brujas italianas son buenas adivinadoras. Las predicciones siempre han gozado de gran popularidad. El Almanaque de Barbanegra, probablemente el almanaque profético de más celebridad de Italia, sigue vigente hoy y se estudia en secreto. De las brujas que se niegan a elaborar filtros y sólo se dedican a la profecía, las del sur se llaman saggias (sabias). Parte de su sabiduría es simple intuición psicológica, lo mismo que ocurre con el adivinador de la bola de cristal del Oeste Medio americano. Sus lecturas, sus visiones, pueden realizarse de modos muy distintos.
Un método local favorito es hacerlo antes de la siega. Se mezclan claras de huevo (sin batir) con agua. La mezcla se vierte en un jarro de cristal blanco. A continuación se mete un tenedor en el líquido, revolviéndolo. Sus movimientos y la colocación eventual son leídos por la saggia, que los interpreta como consejos respecto a la siega y a la época de la siembra. Por poco realista que esto parezca, tiene cierta base científica. Las saggias son las que siempre suelen aconsejar a los agricultores que planten las semillas en Luna creciente. La magia de la Luna, según ellas, ayuda al rápido crecimiento de las semillas, de forma más rápida que las plantadas estando la Luna en cuarto menguante.
En los últimos años, se ha establecido la magia como un hecho trascendente. La influencia de la Luna en el agua de la Tierra es un hecho conocido de siempre, y lo mismo cabe decir de sus efectos sobre la siembra. Así, si la clara de huevo y el agua pueden verse afectadas por la presión barométrica, resulta que existe una base científica en las predicciones de la saggia.
En Sicilia, una extraña combinación de liturgia eclesiástica y encantamientos, compone el rito celebrado por la stregga. Una de éstas, dedicada específicamente a ahuyentar los malos espíritus, invoca a San Jorge y pide su protección. La invocación dice:
"...lo mismo que tú salvaste a la hija del rey de las garras del dragón, mantén lejos de mí la malevolencia del perverso..."
"...lo mismo que tú salvaste a la hija del rey de las garras del dragón, mantén lejos de mí la malevolencia del perverso..."
Estas frases se recitan en una estancia a oscuras y delante de una calavera. Sólo se permite la luz de las velas, y la calavera se coloca sobre una mesa recubierta de negro. Al contrario que la misa negra de culto satánico, no hay parodia ni profanación, sino sólo una manifestación en las creencias sobrenaturales.
También se invoca frecuentemente a San Vito y a Santa Lucía, siendo esta última la protectora contra las enfermedades de la vista y el temido mal de ojo. San Vito, cuyo célebre tic se conmemora en su Luxemburgo natal con una danza y una procesión, es una protección contra las mordeduras de perros cuando se le invoca en Sicilia.
Una mesa tapizada de negro con una calavera encima, es también el escenario exigido para cualquiera de los ritos del pupazzo. Se trata de una muñeca o una efigie tosca, semejante a un ser humano. Sin embargo, con frecuencia los pupazzi se fabrican cuidadosamente, y bien ataviados. Si puede robarse una prenda de ropa de la persona a la que representa el pupazzo, el encanto será especialmente poderoso.
En su esencia, la ceremonia del pupazzo es semejante al conocido rito vudú, en el que se clavan alfileres en una muñeca que simboliza la víctima de la maldición. Las palabras recitadas son diferentes, aunque la intención es la misma: la transmutación del mal simbólico en mal físico, desde la muñeca al ser humano escogido. Los expertos afirman también en este caso que el efecto del pupazzo está en proporción a la cantidad de charlatanería y murmuración que llega a los oídos de la víctima. Basta crederci es la explicación italiana, o sea, basta con creer. Generaciones tras generaciones de italianos de pueblos y ciudades han creído en el mal de ojo, en el poder del mago o la bruja local y en las predicciones del Almanaque de Barbanegra.
También se invoca frecuentemente a San Vito y a Santa Lucía, siendo esta última la protectora contra las enfermedades de la vista y el temido mal de ojo. San Vito, cuyo célebre tic se conmemora en su Luxemburgo natal con una danza y una procesión, es una protección contra las mordeduras de perros cuando se le invoca en Sicilia.
Una mesa tapizada de negro con una calavera encima, es también el escenario exigido para cualquiera de los ritos del pupazzo. Se trata de una muñeca o una efigie tosca, semejante a un ser humano. Sin embargo, con frecuencia los pupazzi se fabrican cuidadosamente, y bien ataviados. Si puede robarse una prenda de ropa de la persona a la que representa el pupazzo, el encanto será especialmente poderoso.
En su esencia, la ceremonia del pupazzo es semejante al conocido rito vudú, en el que se clavan alfileres en una muñeca que simboliza la víctima de la maldición. Las palabras recitadas son diferentes, aunque la intención es la misma: la transmutación del mal simbólico en mal físico, desde la muñeca al ser humano escogido. Los expertos afirman también en este caso que el efecto del pupazzo está en proporción a la cantidad de charlatanería y murmuración que llega a los oídos de la víctima. Basta crederci es la explicación italiana, o sea, basta con creer. Generaciones tras generaciones de italianos de pueblos y ciudades han creído en el mal de ojo, en el poder del mago o la bruja local y en las predicciones del Almanaque de Barbanegra.
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