¿Quién era Nostradamus?
Michel de Notre-Dame, conocido luego por la latinización de su nombre: Nostradamus, nació en Saint-Remy (región de Provenza), Francia, el 14 de diciembre de 1503.
Su familia de origen judío se había convertido al catolicismo para poder sobrevivir a las matanzas que se producían en toda Europa. La familia Nostradamus, había ganado reputación de sabios y grandes médicos, y hasta fueron tildados de magos, ya que el abuelo de Nostradamus, era conocido como un gran matemático, astrólogo y alquimista (los químicos de la época).
Fue el abuelo quien inició al joven niño en las artes de la quiromancia y la astrología, que tan bien conocía. Al mismo tiempo, Nostradamus realizaba estudios de medicina en Avignon y Montpellier, donde se gradúa con honores, a pesar de la sombra de su procedencia judía.
Se establece en Agen y es allí donde se casa por primera vez. Su esposa y sus dos primeros hijos mueren víctimas de una peste que asola a toda la región. Es entonces cuando Michel emprende una vida de viajes que se prolongarán durante diez años, y en los cuales se dice que desarrolló el método de hipnosis que le servía de puente en los momentos de videncia, donde podía reconocer lo que acontecería en el futuro.
En 1544, contrae matrimonio de nuevo, y para el nacimiento de su primer hijo comienza a escribir su famoso libro de profecías. Atacado por sus conciudadanos, tachado de brujo en muchas oportunidades, envidiado por unos y respetado por otros, Nostradamus logra los favores, primero de Catalina de Médicis y del Rey Carlos IX, de quien se convierte en médico particular.
Dedicado a la enseñanza de la medicina, y a la publicación de tratados de salud que se hicieron famosos al correr de los años, el gran profeta dedica todas sus fuerzas al establecimiento de los sucesos que conmoverán al mundo.
Dividiendo el tiempo en centurias, expresadas en forma de cuartetas escritas, tuvo que disfrazar con imágenes complicadas todos sus escritos, para no ser acusado de brujo y evitar ser quemado como era la costumbre de la Inquisición católica en esa época.
Sin duda alguna, Nostradamus fue el vidente más famoso que nunca haya aparecido en Europa, y tal vez, el más célebre, con excepción de los profetas sagrados de la Biblia. El famoso escritor Goethe, en su conocida obra coloca a Fausto en su tétrica habitación con el libro de las Centurias de Nostradamus entre las manos y pone en labios de su personaje estas palabras: "Pero, entonces fue un dios el que escribió estas páginas..."
En el siglo decimosexto, el siglo más brillante del Renacimiento, tal vez ningún otro ser humano tenía una posición más aceptable que la de Nostradamus; y se puede decir sin temor a exagerar en lo más mínimo, que en toda la historia europea nadie aparece tan dotado de extrañas y anormales facultades de clarividencia judaica, que sin embargo era sinceramente cristiano.
Tan rápida y sorprendentemente se propagó su fama, que en el breve espacio de quince años toda Europa se interesó por él, entre curiosa y perpleja; y reyes y reinas, sin contar a los personajes menores, le mandaron llamar, quitándole de su modesto refugio, de su apacible casa en la pequeña ciudad provenzal de Salón, para utilizarlo como astrólogo y vidente.
Fue el abuelo quien inició al joven niño en las artes de la quiromancia y la astrología, que tan bien conocía. Al mismo tiempo, Nostradamus realizaba estudios de medicina en Avignon y Montpellier, donde se gradúa con honores, a pesar de la sombra de su procedencia judía.
Se establece en Agen y es allí donde se casa por primera vez. Su esposa y sus dos primeros hijos mueren víctimas de una peste que asola a toda la región. Es entonces cuando Michel emprende una vida de viajes que se prolongarán durante diez años, y en los cuales se dice que desarrolló el método de hipnosis que le servía de puente en los momentos de videncia, donde podía reconocer lo que acontecería en el futuro.
En 1544, contrae matrimonio de nuevo, y para el nacimiento de su primer hijo comienza a escribir su famoso libro de profecías. Atacado por sus conciudadanos, tachado de brujo en muchas oportunidades, envidiado por unos y respetado por otros, Nostradamus logra los favores, primero de Catalina de Médicis y del Rey Carlos IX, de quien se convierte en médico particular.
Dedicado a la enseñanza de la medicina, y a la publicación de tratados de salud que se hicieron famosos al correr de los años, el gran profeta dedica todas sus fuerzas al establecimiento de los sucesos que conmoverán al mundo.
Dividiendo el tiempo en centurias, expresadas en forma de cuartetas escritas, tuvo que disfrazar con imágenes complicadas todos sus escritos, para no ser acusado de brujo y evitar ser quemado como era la costumbre de la Inquisición católica en esa época.
Sin duda alguna, Nostradamus fue el vidente más famoso que nunca haya aparecido en Europa, y tal vez, el más célebre, con excepción de los profetas sagrados de la Biblia. El famoso escritor Goethe, en su conocida obra coloca a Fausto en su tétrica habitación con el libro de las Centurias de Nostradamus entre las manos y pone en labios de su personaje estas palabras: "Pero, entonces fue un dios el que escribió estas páginas..."
En el siglo decimosexto, el siglo más brillante del Renacimiento, tal vez ningún otro ser humano tenía una posición más aceptable que la de Nostradamus; y se puede decir sin temor a exagerar en lo más mínimo, que en toda la historia europea nadie aparece tan dotado de extrañas y anormales facultades de clarividencia judaica, que sin embargo era sinceramente cristiano.
Tan rápida y sorprendentemente se propagó su fama, que en el breve espacio de quince años toda Europa se interesó por él, entre curiosa y perpleja; y reyes y reinas, sin contar a los personajes menores, le mandaron llamar, quitándole de su modesto refugio, de su apacible casa en la pequeña ciudad provenzal de Salón, para utilizarlo como astrólogo y vidente.
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