Los hombres siempre soñaron con vivir eternamente. El temor a la muerte y el enigma que ella encierra, dieron lugar a un conjunto de rituales para alcanzar la inmortalidad. Aquí encontrarás algunos de ellos:
El miedo a la muerte es el más antiguo de todos los miedos humanos.
En muchas religiones se encuentra representado por la relación entre dos fuerzas contrarias: la del bien y la del mal. Durante siglos, este contraste estuvo simbolizado por la perpetua lucha que libran los mortales para alcanzar la luz eterna, después de la muerte.
Este temor del espíritu humano a afrontar su propia finitud dio origen a un conjunto de supersticiones. Por ejemplo, la leyenda relativa a los vampiros, que surgió cuando los hombres comenzaron a concebir la muerte humana como la aparición de una sombra que venía a buscar a la persona en el momento de su partida al otro mundo. Esta superstición se basaba en la siguiente creencia: antes de dejar esta vida, una sombra nos avisa de la llegada de la muerte; ya muertos, puede que la misma sombra regrese por nosotros bajo la forma de un espíritu errante.
En la actualidad, los relatos en torno a la muerte han recibido un gran estímulo por parte de aquellas personas que regresaron a la vida, tras una suspensión temporal de los signos vitales.
En el Egipto antiguo, la Europa pagana y la antigua América los ritos funerarios indicaban con claridad que para el género humano la muerte consistía en un viaje. De ahí que las cámaras funerarias fueran provistas de alimentos y herramientas. Una vez enterrados, los restos humanos no debían trasladarse jamás a otros lugares, a menos que se celebrara la ceremonia apropiada.
Existe una anécdota relacionada con el cadáver de Nostradamus, cuyos restos fueron removidos en 1700, ciento cincuenta años después de muerto, por orden del concejal de la ciudad de Salon-de-Provence, donde había sido enterrado. Quienes abrieron el ataúd, quedaron consternados al ver que del cuello del cadáver pendía un medallón con la fecha 1700 grabada en él.
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