Si un caimán o un cocodrilo aparecen en tu vida, busca una oportunidad para ponerte en contacto con energías primarias, pues puede darse en ti un nacimiento y/o iniciación en un nuevo campo de conocimiento y sabiduría en alguna área de tu vida.
Los caimanes y los cocodrilos han dado origen a una simbología muy variada a lo largo de los siglos. Para los antiguos egipcios estuvieron asociados con la furia y la ferocidad, los mismos aspectos que se suelen atribuir en otras mitologías a las fuerzas femeninas-creativas primigenias.
Este cruel poder destructivo se simbolizó a menudo en la imagen de una madre que devora a sus pequeños, transmitiendo con ella la idea de que no puede haber muerte sin vida, ni vida sin muerte.
Los caimanes y los cocodrilos viven tanto en el agua como en tierra, habiendo estado el agua relacionada desde siempre con la Gran Madre, el principio femenino de la vida y, por tanto, del nacimiento. Pero el agua también puede tragarte: creación y destrucción, y nuevamente creación; esa es la esencia primitiva que reflejan estos reptiles.
Nacimiento y muerte, adopten la forma que adopten, son iniciaciones, sucesos que marcan el fin de un ciclo y el principio de otro nuevo, y apuntan a la culminación del conocimiento en un cierto estrato y a la búsqueda de nuevos conocimientos en otros planos, todo lo cual se refleja en la esencia de los caimanes y los cocodrilos.
Nacimiento y muerte, adopten la forma que adopten, son iniciaciones, sucesos que marcan el fin de un ciclo y el principio de otro nuevo, y apuntan a la culminación del conocimiento en un cierto estrato y a la búsqueda de nuevos conocimientos en otros planos, todo lo cual se refleja en la esencia de los caimanes y los cocodrilos.
Estos animales recorren las aguas y las orillas que separan la tierra del agua, el nacimiento de la muerte... por lo que podemos considerarlos como los custodios y guardianes de todo conocimiento, las madres primigenias en las que descansa y espera a nacer todo conocimiento. Pero esto se nos hace aún más evidente cuando descubrimos que las hembras de los cocodrilos y los caimanes son unas madres excelentes, un rasgo ciertamente inusual entre los reptiles.
Ambas especies ponen entre 20 y 60 huevos y, cuando las crías culminan su desarrollo en el huevo y comienzan a removerse para la eclosión, la madre les ayuda a salir del huevo, para llevarlas después en la boca, delicadamente, hasta el agua.
Pero, aparte de las cualidades maternales atribuidas a estos reptiles, en la mitología se les han dado las más diversas interpretaciones. En la tradición hindú, a Varuna, dios de las aguas, se le representa cabalgando a lomos de un cocodrilo; en tanto que en Egipto, debido a su vinculación con el barro, se le utilizó como símbolo de fecundidad y poder, por ser el lodo la combinación de agua y tierra de la que emerge toda vida.
En la Europa medieval se asoció al caimán y al cocodrilo con el dragón, por las semejanzas de su largo cuerpo y su cola, adoptando unas veces las connotaciones negativas del dragón y otras veces las positivas. Se creía que el dragón era el guardián de los tesoros, que no son otra cosa que un símbolo de la sabiduría oculta; y de ahí que se diera a caimanes y cocodrilos el mismo papel que a los dragones míticos, como guardianes del tesoro y de la sabiduría mística. Así, el encuentro con un caimán o un cocodrilo venía a indicar la oportunidad de desarrollar algún tipo de sabiduría, pero una sabiduría que podía engullirte si no la manejabas con cuidado.
Evidentemente, se trata de dos especies de animales diferentes, aunque sean parientes muy cercanos. Una de las principales diferencias estriba en que el cocodrilo tiene un colmillo en la mandíbula inferior que se incrusta en la mandíbula superior, en tanto que el caimán no. Por otra parte, los caimanes hacen sus nidos con barro y hojas, en tanto que el cocodrilo excava un agujero en la arena para hacer su nido.
Tanto los cocodrilos como los caimanes tienen situados los ojos en la parte superior de la cabeza, característica que cumple con una función práctica, al permitirles permanecer relativamente ocultos bajo las aguas al tiempo que observan a su presa, y que apuntaría desde una perspectiva simbólica a una visión superior y a la clarividencia. Y, aunque se las suele considerar unas criaturas silenciosas, en realidad son capaces de vocalizar, pues emiten un sonoro siseo cuando se sienten amenazadas, e incluso rugen durante la época de apareamiento.
Un hecho no demasiado conocido es que los caimanes cumplen con una importante función en la conservación de otras especies acuáticas, al excavar sus conocidos «agujeros de caimanes» que en épocas de sequía se convierten en las últimas reservas de agua fresca en sus hábitats, generando un oasis en miniatura que permite a los caimanes y a otros animales sobrevivir.
El caimán crece a un ritmo mucho más rápido que el cocodrilo. Un caimán puede llegar a medir algo más de 3,50 metros de envergadura, y puede crecer en torno a 30 centímetros cada año hasta alcanzar estas dimensiones, si bien en climas más fríos el crecimiento puede ser más lento. Por otra parte, los caimanes rara vez superan los 60 años de edad.
Todos estos detalles vienen a indicar que las personas con un caimán como tótem podrán desarrollar nuevos conocimientos y sabiduría con más rapidez que las personas que tienen a un cocodrilo como tótem. Pero deberán actuar con precaución en caso de que esos conocimientos no estén equilibrados, puesto que el caimán digiere sus alimentos con mucha lentitud, apuntando a la necesidad de no precipitarse.
Conclusión: digiere lo que has experimentado y aprendido antes de pasar a otra cosa.
Pero el cocodrilo tiene también sus características particulares, entre ellas, la de derramar sus famosas «lágrimas de cocodrilo», expresión con la que se insinúa la falsedad de una manifestación de tristeza o compasión. Ciertamente, el cocodrilo derrama lágrimas, pero no de pena o de dolor, sino para liberarse de la sal acumulada en los ojos; de ahí la importancia del cuidado ocular entre las personas que tienen al cocodrilo como tótem.
Si ha aparecido el cocodrilo en tu vida, convendrá que te formules algunas preguntas.
¿Estás reprimiendo tus emociones? O bien, ¿sueles expresar emociones que no sientes en realidad? En cualquier caso, el cocodrilo te aconsejará que no te dejes cegar por las emociones.
A los cocodrilos se les ve en muchas ocasiones con la boca abierta durante largo rato, para poder refrescarse y combatir el calor. Y, curiosamente, entre las distintas técnicas respiratorias que se enseñan en el yoga (con las que se pretende influir en los diferentes sistemas del organismo y en el flujo de la energía), se encuentran las «respiraciones refrescantes», técnicas que convendrá que aprendan a utilizar las personas que tienen al cocodrilo como tótem para aquellas situaciones en las que las emociones se «caldean» demasiado.
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